Detente, sombra de mi bien
esquivo,
imagen del hechizo que más
quiero,
bella ilusión por quien alegre
muero,
dulce ficción por quien penosa
vivo.
Si al imán de tus gracias,
atractivo,
sirve mi pecho de obediente
acero,
¿para qué me enamoras
lisonjero
si has de burlarme luego
fugitivo?
Mas blasonar no puedes,
satisfecho,
de que triunfa de mí tu tiranía:
que aunque dejas burlado el lazo
estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y
pecho
si te labra prisión mi fantasía.