Abuelito
Música: Alberto Laporte / Carlos Cabral
Música: Alberto Laporte / Carlos Cabral
Letra: Eduardo Trongé
No tome más, abuelo, y deje el vino, no tome más Tatita, es una pena, que con la fiesta, abuelito, un vecino vino a esta mesa alegrando nuestras penas. No tome más y cuénteme esa historia, del tiempo aquel en que su amor vivía, que yo, esta vez, arrimándome a su silla lo escucharé quietecito y sin hablar. Y el pobre abuelo a mis ruegos ocultando sus pesares, me hizo sentar junto al fuego y de este modo me habló: Cierra la puerta, la luz apaga, que con las sombra viene mi amor. Esa que un día, hace ya tiempo, vistió de luto mi corazón. (recitado) Si vieras vos qué criolla de ojos negros, de altivo andar, risueña y juguetona, de blanca tez, cariñosa y comadrona, ah... clavel de amor florecido en mi recuerdo. Si vieras vos con qué ansias la quería, con cuánto amor hicimos nuestro nido... Pero una noche, la mano del destino se la llevó de mi lado junto a Dios. Hoy que me vencen los años, ya la muerte está en acecho; viejo, venciodo y maltrecho, siento que la quiero más. Ya sabe, nieto, la cruel herida que en esta vida supe ocultar. Así, una noche triste y de duelo, mi pobre abuelo me hizo llorar.
No tome más, abuelo, y deje el vino, no tome más Tatita, es una pena, que con la fiesta, abuelito, un vecino vino a esta mesa alegrando nuestras penas. No tome más y cuénteme esa historia, del tiempo aquel en que su amor vivía, que yo, esta vez, arrimándome a su silla lo escucharé quietecito y sin hablar. Y el pobre abuelo a mis ruegos ocultando sus pesares, me hizo sentar junto al fuego y de este modo me habló: Cierra la puerta, la luz apaga, que con las sombra viene mi amor. Esa que un día, hace ya tiempo, vistió de luto mi corazón. (recitado) Si vieras vos qué criolla de ojos negros, de altivo andar, risueña y juguetona, de blanca tez, cariñosa y comadrona, ah... clavel de amor florecido en mi recuerdo. Si vieras vos con qué ansias la quería, con cuánto amor hicimos nuestro nido... Pero una noche, la mano del destino se la llevó de mi lado junto a Dios. Hoy que me vencen los años, ya la muerte está en acecho; viejo, venciodo y maltrecho, siento que la quiero más. Ya sabe, nieto, la cruel herida que en esta vida supe ocultar. Así, una noche triste y de duelo, mi pobre abuelo me hizo llorar.