jueves, 4 de noviembre de 2010

Campamento

El borrador del pizarrón había cruzado esa línea delgada que hace cambiar el rumbo de los globos terráqueos. Liso y llano, simple y complejo a la vez, hacia rechinar los dientes y erizaba si era necesario.


Te ponías el borrador en la mano y la sensación de poder invadía toda el aula, llenándola de polvo, como si hizo sanara el sonido en seco que dejabas al golpearlo.


Nos mirabas con el seño fruncido y tus parpados se movían para entender porque varias mujeres parecían distintas. Te esforzabas, y hasta casi, que te prometías cometer errores para que te prestáramos atención. El cambio de horario de esa clase te venia perturbando desde hacia tiempo, porque ya no te ponías metas que dejaban ver las agujas de tu reloj como piernas que caminan marcando el paso. Algo no era real en ese campamento, pero no nos importaba mucho porque sabíamos que tarde o temprano decantaría la verdad.

...continuara...