Nos volvimos mas sociables sin la exposición de los cuerpos.
En el encierro manifestamos nuestros deseos de tocarnos algún día de nuevo.
En el alcohol desinfectamos esas penas olvidadas por el frenesí que vivíamos sin saber que el mañana nos mantendría lejos.
Creímos que La soledad era un ebrio sin consuelo, pero acá estamos haciéndonos amigos del anhelo.
Extraño el domingo perfumado de quebracho, peleas y risas al mismo tiempo.
Con exceso de descanso, pan cerca, cariños de gatos el mundo, mi mundo se vuelve más extremo.
Solo ruego que entre la tierra y el cielo se exhiba mas respeto. Que nos sirva éste encierro. Así nos vemos de nuevo.
Salud!!